Viaje para follar

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Mi esposa y yo estábamos de viaje y descubrimos que ella se excitaba estando en lugares públicos, o semipúblicos, y se exponía semidesnuda o yo le frotaba el coño hasta que se corría. La primera vez fue una tarde en la bañera de hidromasaje del spa de un hotel. Mientras ella estaba sentada a mi lado, alargué la mano y deslizando mis dedos hasta su coño comencé a frotárselo. Al principio pude ver una expresión de miedo en sus ojos que se transformó en excitación y lujuria mientras contemplaba a unos jóvenes corriendo por la piscina y jugando en el agua. Pasaron unos dos minutos antes de que sintiera que su coño se relajaba y abría y podía escuchar sus gemidos ahogados porque ella trataba de ocultar los sonidos de su placer. Cuando Luego salimos de la bañera de hidromasaje y volvimos a nuestra habitación de nuestro y tuvimos una sesión de sexo que nos arrastró fuera de este mundo.

Con esos antecedentes habíamos decidido llamar a estas vacaciones “Viaje para follar”. Salimos bien de madrugada, prácticamente sin rumbo fijo. Ya en el camino, Carla fue enseñando sus tetas a todos los camioneros que nos encontrábamos. Eso a mi divertía y me hacía reír pero a mi esposa la fue calentando. Así que buscó en su bolsa de viaje y sacó su enorme consolador negro favorito. Carla llevaba unos pantalones cortos muy holgados que se bajó hasta los tobillos. Se apartó las braguitas y se comenzó a frotar el coño recién afeitado con el consolador moviéndolo suavemente de un lado a otro hasta que se lo desliza dentro de su jugoso coño y comienza a bombear en ella misma.

Al principio se follaba lentamente y a mí me costaba mantenerme concentrado en la conducción. Lo estaba haciendo lo mejor que podía pero me costaba no dejarme llevar por la excitación. Entonces noté que una camioneta se ponía a nuestra altura, junto a nosotros, y muy pegada, y veo que alguien comienza a filmar el espectáculo con su cámara. Carla continúa con los dos pies sobre el salpicadero y acelera el ritmo del consolador follando su coño mientras comienza a correrse y a gemir y gritar removiéndose en el asiento del auto. Coge el consolador firmemente y bombea fuerte y rápido, dentro y fuera, de su jugoso coño mientras se corre. Luego simplemente se relaja y gira la cabeza para mirar por la ventana a la gente de la furgoneta y les sonríe. Yo reduje la velocidad para que la grabación continuara. Luego ella se agachó y se subió los pantalones cortos, apoyó la cabeza en hombro y se quedó dormida mientras yo seguía conduciendo hasta el primer destino de nuestro “Viaje para follar”.

Llegamos a un hotel que no pareció bien y nos registramos, subimos a nuestra habitación y nos duchamos y cambiamos de ropa para bajar a cenar. Yo iba vestido con mis jeans y mi camisa normales pero Carla se había puesto un vestido largo hasta medio muslo y por supuesto sin ropa interior. Después de una cena ligera nos fuimos al bar; no había mucha gente, unas madres de vacaciones cuyos niños jugaban en la piscina; un par de cuarentones a la búsqueda de sexo rápido; y un par de parejas como nosotros en mesas apartadas. Pedimos un par de cócteles y nos sentamos en una mesa enfrente de la barra.

Después del primer trago, Carla apoyó suavemente su mano sobre la bragueta de mi pantalón y cogio mi polla a través de la ropa. Capté la indirecta y por debajo de la mesa deslice mi mano por su muslo hasta debajo de su falda y con mis dedos comencé a jugar con su coño recién afeitado. No sé quién, pero estoy convencido de que había alguien, en algún lugar de bar, que podía ver lo que hacíamos o si no, Carla no habría sido tan insistente en este comienzo tan rápido.

Entonces la vi, en la barra del bar una atractiva mujer, joven de unos treinta y poco años, pelo largo y oscuro y muy femenina. Nos observaba sin disimulo mientras deslizaba mis dedos dentro y fuera del coño ahora jugoso de Carla. Pasó un camarero y le pedimos otra ronda de bebidas y le decimos que le ponga otra a la morena que nos mira desde la barra.

Lo siguiente voy a contar es que, los tres estábamos en la habitación de la desconocida que, tenía su cabeza entre las piernas de Carla y chupaba su coño dulce y jugoso. Esa mujer tenía a mi esposa acostada boca arriba mientras le lamía y chupaba el coño. Mientras tanto, yo me había colocado detrás de aquella señora y le había metido toda mi polla en su coño follándola al estilo perrito. Mi esposa estaba disfrutando de una experta lengua y se podía oír el sonido de los jugos de Carla chupados y lamidos por aquella dama que se había hecho dueña del coño de mi esposa. Mi Carla yacía temblando mientras aquella mujer continuaba cumpliendo una fantasía que había tenido durante mucho tiempo, que una mujer joven muy guapa le comiera el coño.

Después de que Carla se viniera, la mujer sacó algo de algún sitio que se puso sujetándolo con una correa. Luego se deslizó por encima de Carla y se colocó entre sus piernas. Juntaron sus bocas y mientras se besaban dejándola probar el delicioso sabor de su propio jugo de coño, la desconocida comenzó a deslizar un consolador enorme suave y tiernamente dentro del coño de mi esposa. Comenzó a empujar lentamente, con golpes cortos al principio, luego fueron progresivamente más largos y duros hasta que realmente le estaba dando a Carla una buena follada. Se podía oír a Carla gimiendo de placer y luego decir que se estaba corriendo. La dama siguió jodiéndola más y más hasta que Carla volvió a venirse.

Cuando la joven dama salió de Carla yo estaba allí con mi lengua lista para su misión, suavemente comencé a lamer el hinchado clítoris de Carla y lamer sus jugos hasta que comenzó a retorcerse de nuevo. Carla gemía y se retorcía hasta que se vino a mi boca esta vez. Esta vez me tragué toda su corrida cuando ella se vino. Luego nos acomodamos para dormir, hasta que la luz del sol nos despertó a la mañana siguiente y follamos más. Carla se lo pasó de maravilla y además, una de sus fantasías se había cumplido, la de una mujer preciosa comiéndole el coño hasta hacerla correrse.

Nos fuimos a nuestra habituación para ducharnos y cambiarnos de ropa. Después de desayunar reemprendimos el viaje por carretera. El de hoy sería como todos, con muchos camioneros a quien Carla mostrase sus tetas cuando nos los cruzásemos. Abandonamos pronto la autopista y comenzamos a viajar por carreteras secundarias que recorrimos más despacio para añadir a los ciclistas a los beneficiados de la visión de las tetas de Carla.

 Autor: C.J.


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