Mi Dios Sexual Sin Control

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Posterior a mi primer encuentro sexual con mi Dios sexual, la cercanía se volvió más intensa y el acoso incrementó inexorablemente, sin embargo, yo era una persona muy insegura y más sabiendo que un chico como él estaba detrás de mí, por lo que me mantuve al margen por ideas en mi cabeza, en particular por una persona muy cercana a él de la que no pienso hablar.

Un día en el que pasó por mí al trabajo no pude quitarme del pensamiento aquellas ideas y lo notó, discutimos pero él una vez más a su modo me hizo entender. Yo estaba en la cocina de su apartamento del otro lado de la isla, me quedé pensando sobre porqué permitía que este hombre siguiera involucrándose en mi vida, hasta que el calor de su cuerpo me trajo a la realidad. Su rostro era estoico, no sabía si estaba enojado o no. Me acarició el rostro con su enorme mano y antes de que me hubiera dado cuenta, me agarró y me echó sobre la encimera. Me abrió de piernas con los muslos. Me atacó la boca con su lengua inexorable y la hundió profunda y apropiadamente. Ese asalto impulsivo me tomó por sorpresa, pero no tenía fuerzas, ni físicas ni mentales, para detenerlo. Empezó a embestirme con las caderas mientras me consumía la boca, y de inmediato sentí escalofríos por todo el cuerpo y un calor en mi polla que ya empezaba a gotear. Me agarró el trasero para acercarme más a él restregando su entrepierna contra la mia. Se apartó de mis labios y me miró con fijeza mientras respiraba con dificultad, con los ojos negros cargados de ansia descarada. Su rostro perfecto estaba tan cerca que su aliento chocaba contra el mío.

El silencio se acabo cuando me dijo lo que jamás imagine alguien como él me diría: “Ahora eres mío, Ulises” dijo mientras movía sus caderas incitando más el ardor que sentía entre las piernas. Seguíamos cara a cara. “Serás mío para siempre” me informó con un golpe de caderas. Le rodeé los hombros con los brazos y le besé los labios húmedos. Fue mi manera de decirle que aceptaba. Estaba desesperado por volver a tenerlo. ESTABA JODIDO. Su voz volvió a tensarme. “Voy a poseer cada centímetro de tu cuerpo y no habrá ni un solo milímetro de tu ser que no me haya tenido dentro o encima”. Lo decía con un tono sexual y tremendamente serio, lo que no hacía sino aumentar mis dudas pero también los latidos de mi corazón. Me puso de pie en el suelo y empezó a desnudarme, parecía que estaba en trance, mi cuerpo era su esclavo.

Una vez desnudo se acercó a mi oído y me susurró que no lo dejara de mirar, su actitud mandona y controladora era algo que me desconcertaba pero esa es otra historia. Obedecí. Cargó mi peso sobre sus brazos y alzó mi trasero sobre el mueble para alejarse un poco. Estoy desnudo por completo y él seguía totalmente vestido. Me ordenó no mover las manos de la mesa pero estaba deseoso de ver su magnifico cuerpo. “¿Quieres que me quite la camisa?” Su voz grave y ronca mandaba mi disciplina a la mierda. Asentí. “Habla” dijo en tono imperativo y con una sonrisa con malicia. CABRON. “Sí, Por favor” contesté. Mascullo con un hilo de voz, consciente de que disfrutaba viéndome suplicar. Sonrió y empezó a desabrocharse los botones, con la mirada fija en mi‌.

Me costaba un mundo no precipitarme hacia adelante y abri‌rsela de un tiro‌n. ¿Por qué lo está alargando tanto? Sabía lo que pretendía. Quería hacerme esperar y hasta la fecha le gusta seguir torturándome así.

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